por Obispo Michael J. Sis
9 de diciembre, 2015
El tema de la misericordia es fundamental para el ministerio del Papa Francisco. Él enseña que la misericordia es “el acto último y supremo por el cual Dios viene a nuestro encuentro.” Llamando a todos a contemplar el misterio de la misericordia, el Santo Padre ha proclamado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia para ser observado por los Católicos de todo el mundo desde el 8 de diciembre de 2015, al 20 de noviembre de 2016.
Nuestra experiencia del Año de la Misericordia debe empezar por medio de abrirnos a recibir la misericordia de Dios. Luego, en respuesta a ese don divino, debemos extender la misericordia a otros. Debemos convertirnos en embajadores de la misericordia, el cual permite a la gente a encontrar la misericordia de Dios en nosotros.
El Papa Francisco nos llama a hacer más misericordiosos nuestras iglesias, organizaciones parroquiales, ministerios, y diócesis. En su reciente documento Misericordiae Vultus (MV), dice, “Dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.” (MV, 12) En respuesta a esta exhortación, todos debemos aprovechar la oportunidad este año para examinar de nuevo la actividad de nuestras organizaciones parroquiales a través del lente de la misericordia. ¿Nos tratamos el uno al otro con misericordia? ¿Cómo podemos llevar con mayor eficacia a la gente la misericordia de Dios a través de la forma en que llevamos a cabo la vida de nuestras parroquias y ministerios?
A lo largo de este Año Santo, vamos a llevar a cabo iniciativas especiales de misericordia en nuestras parroquias, nuestra diócesis, y la Iglesia por todo el mundo. El Santo Padre desea que tengamos “la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre.” (MV, 3)
En particular, este es un momento para nosotros de redescubrir las obras corporales y espirituales de misericordia, prestando atención especial de vivirlos. Las siete obras de misericordia corporales son estas: alimentar al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar la bienvenida al forastero, sanar a los enfermos, visitar a los encarcela dos, y enterrar a los muertos. Las siete obras de misericordia espirituales son estas: aconsejar al dudoso, instruir a los ignorantes, amonestar a los pecadores, consolar a los afligidos, perdonar las ofensas, soportar pacientemente a los que nos hacen mal, y rezar por los vivos y los muertos.
En cualquier Año Santo de Jubileo, la Iglesia nos anima a hacer una peregrinación de fe y pasar a través de una de las designadas Puertas Santas como expresión de la conversión. Siendo que solo muy pocos tendrán el tiempo o los recursos para viajar hasta Roma o a la Tierra Santa para hacer una peregrinación este año, he designado cuatro Puertas Santas de la Misericordia en la Diócesis de San Ángelo. Estas puertas no tendrán esta designación a la conclusión del Año de la Misericordia.
Siempre que sea posible durante el Año Jubilar de la Misericordia, espero que muchos de nuestros fieles Católicos tomen la oportunidad de visitar uno de estos sitios y rezar las oraciones asociadas a la peregrinación jubilar. Una indulgencia plenaria se concederá a los fieles quienes llenen las condiciones prescritas asociadas con esta peregrinación a una Puerta Santa durante el Año Jubilar de la Misericordia, por lo cual esta es una oportunidad extraordinaria para emprender el camino de la conversión.
La práctica de designar una Puerta Santa se ha utilizado desde el siglo XV para proporcionar un lugar para los peregrinos y penitentes de pasar como un gesto de dejar atrás el pecado y cruzar el umbral de la gracia, de pasar de la oscuridad a la luz, y de la esclavitud a la libertad.
Cuando San Juan Pablo II declaró el último Año Jubilar Santo en 2000, dijo: “La indicación de la puerta recuerda la responsabilidad de cada creyente de cruzar su umbral. Pasar por aquella puerta significa confesar que Cristo Jesús es el Señor, fortaleciendo la fe en Él para vivir la vida nueva que nos ha dado.” (Incarnationis Mysterium, 8)
En este Año Jubilar de la Misericordia, el Papa Francisco nos pide que dejemos que la puerta sea un símbolo de Cristo, quien es la puerta hacia el Padre y la puerta al Reino de los Cielos. Jesús proclama en el Evangelio de Juan: “Yo soy la puerta. El que por me entre, será salvo, y entrará y saldrá y hallará pastos....he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10: 9, 10b) También dice: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14: 6) San Pablo enseña que, por medio de Jesucristo, “podemos acercarnos al Padre por un mismo Espíritu.” (Efesios 2:18)
A lo largo del Año Jubilar de la Misericordia, ofreceremos más información en el West Texas Angelus, así como también en la página web de la Diócesis de San Ángelo, www.sanangelodiocese.org. También hay muchos recursos disponibles en el sitio web oficial del Vaticano para el Jubileo, www.im.va.