En tan solo unas semanas, nosotros, los ciudadanos de nuestro país, seleccionaremos a los líderes gubernamentales, desde el presidente hasta los funcionarios locales. Cada uno de nosotros enfrenta el desafío de decidir cómo votaremos. Antes de las elecciones del 3 de noviembre, debemos informarnos sobre los candidatos y sus posiciones — no solo su partido o su personalidad, sino también lo que representan y a qué dirección llevarían a este país.
Ya sea el día de las elecciones o mediante votación temprana, debemos planificar nuestros horarios para tener tiempo para votar. Tenga en cuenta que la carrera presidencial no es el único elemento de la boleta. Hay otras carreras y medidas en la boleta que también son importantes. Incluso votar solo en algunas es mejor que no votar en absoluto.
Para ayudar a formar su conciencia sobre los temas importantes que están en juego en nuestras elecciones, le recomiendo leer un breve documento de enseñanza titulado
Formando conciencias para una ciudadanía fiel: un llamado a la responsabilidad política. La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos lo publica cada cuatro años y está disponible en inglés y español, en forma impresa y en línea, en
www.usccb.org/issues-and-action/faithful-citizenship. Este es el recurso principal que ofrece la iglesia en este país para ayudar a los católicos a tomar decisiones responsables en las próximas elecciones.
En este artículo, ofreceré un resumen de los puntos principales de ese documento, con la esperanza de que usted se tome un tiempo para estudiarlo por sí mismo. En mis citas me referiré al documento como FC.
No es el papel de los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, o representantes laicos de la iglesia respaldar u oponerse a candidatos o partidos específicos (FC, núms. 7, 15, 58). Cada uno de nosotros tiene el derecho y la responsabilidad de observar cuidadosamente la plataforma de cada candidato y comparar esas posiciones con la enseñanza de Cristo y la iglesia.
Nuestra fe nos enseña principios morales básicos, y luego cada persona aplica esos principios morales a circunstancias concretas para lograr una sociedad más justa. “La obligación de enseñar acerca de las verdades morales que deberían dar forma a nuestra vida, incluida nuestra vida pública, es un elemento central de la misión que Jesucristo encomendó a la Iglesia” (FC, núm. 11). “Ofrecemos un marco moral coherente — surgido de la razón humana básica iluminada por la Sagrada Escritura y la doctrina de la Iglesia — para analizar las cuestiones, las plataformas políticas y las campañas.” (FC, núm. 12).
“Deberíamos ser guiados más por nuestras convicciones morales que por nuestro apego a un partido político o grupo con intereses especiales. Cuando sea necesario, nuestra participación debería ayudar a transformar el partido al que pertenecemos. No deberíamos dejar que el partido nos transforme de tal manera que ignoremos o rechacemos las verdades morales fundamentales, o aprobemos actos intrínsecamente malos.” (FC, núm. 14).
Cuando los católicos toman decisiones en la cabina de votación, deben usar su juicio prudencial y seguir su conciencia bien formada al aplicar las enseñanzas de Cristo al tema en cuestión. “Los católicos tienen una obligación seria y para toda la vida de formar su conciencia en acuerdo con la razón humana y la doctrina de la iglesia. ... La conciencia es la voz de Dios que resuena en el corazón humano, revelándonos la verdad y llamándonos a hacer el bien a la vez que a rechazar el mal” (FC, núm. 17).
Para ayudar a formar adecuadamente la conciencia, las enseñanzas de la Iglesia Católica identifican “algunas cosas que nunca debemos hacer, ni como individuos ni como sociedad, porque estas son siempre incompatibles con el amor a Dios y al prójimo. …Estas acciones se llaman ‘actos intrínsecamente malos’. Estos siempre se deben rechazar y ser objeto de oposición y nunca se deben apoyar o aprobar. Un ejemplo claro es quitar intencionadamente la vida de un ser humano inocente, como es el caso del aborto provocado y la eutanasia. … Es un error con graves consecuencias morales el tratar la destrucción de una vida inocente simplemente como una cuestión de decisión individual” (FC, núm. 22).
Otros actos intrínsecamente malos incluyen la clonación humana, la investigación científica destructiva de embriones humanos y otros actos que violan directamente la santidad y dignidad de la vida humana inocente. Otras acciones que nunca pueden justificarse incluyen el genocidio, la tortura, atentar contra los no combatientes en actos terroristas o de guerra, actos de racismo, tratar a los trabajadores como meros medios para un fin, someter deliberadamente a los trabajadores a condiciones de vida infrahumanas, tratar a los pobres como objetos desechables, o redefinir el matrimonio para negar su significado esencial (FC, núm. 23).
En la nota introductoria al documento, dice: “La amenaza del aborto sigue siendo nuestra máxima prioridad, porque ataca directamente a la vida misma, porque tiene lugar dentro del santuario de la familia y por la cantidad de vidas destruidas. Al mismo tiempo, no podemos descartar o ignorar otras graves amenazas para la vida y la dignidad humanas, como el racismo, la crisis ambiental, la pobreza y la pena de muerte.”
Todos los problemas de la vida están conectados. “La destrucción directa e intencionada de la vida de personas inocentes, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, es siempre mala y no es simplemente una cuestión entre muchas otras. Siempre debe ser rechazada” (FC, núm. 28).
Sin embargo, nuestra oposición fundamental a la toma intencional de vidas humanas inocentes no justifica rechazar o ignorar otras cuestiones morales graves. Estos incluyen cosas como la degradación del medio ambiente, el racismo, el uso de la pena de muerte, el recurrir a una guerra injusta, el uso de la tortura, los crímenes de guerra, la falta de acción para responder a los que sufren a causa del hambre o falta de cuidado sanitario, la pornografía, la redefinición del matrimonio civil, la puesta en peligro de la libertad religiosa, o una política inmigratoria injusta. Las opciones sobre la mejor manera de responder a estos problemas son materia para debates y decisiones fundadas en principios (FC, núm. 29).
En una situación en la que ya existen leyes moralmente defectuosas, como las leyes que apoyan el aborto, un funcionario del gobierno que se opone completamente al aborto a veces puede necesitar buscar solo mejoras parciales y paulatinas de la ley como pasos graduales que llevan a una restauración plena de la justicia. “Sin embargo, los católicos nunca deben abandonar el requerimiento moral de buscar la protección plena de toda vida humana, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural” (FC, núm. 32).
No todas las cuestiones tienen el mismo peso moral, y no tratamos todas las cuestiones como moralmente equivalentes (FC, núms. 37, 40). Cuando nosotros, como obispos, ofrecemos orientación y recomendaciones en la aplicación de principios morales a opciones políticas específicas (tales como el conflicto armado, la vivienda, el cuidado médico, o la inmigración), estas recomendaciones no tienen la misma autoridad moral que las declaraciones doctrinales morales universales. Sin embargo, consideramos que esta orientación es esencial para arrojar la luz del Evangelio y la enseñanza católica sobre los juicios morales prudenciales (FC, núm. 33).
Las secciones 34 y 35 del documento merecen una atención especial y deben leerse con mucha atención: “Un católico no puede votar a favor de un candidato que toma una posición a favor de algo intrínsecamente malo, como el aborto provocado, la eutanasia, el suicidio asistido, el sometimiento deliberado de los trabajadores o los pobres a condiciones de vida infrahumanas, la redefinición del matrimonio en formas que violan su significado esencial, o comportamientos racistas, si la intención del votante es apoyar tal posición. En tales casos un católico sería culpable de cooperar formalmente con un mal grave. Pero al mismo tiempo, un votante no debería usar la oposición a un mal intrínseco de un candidato para justificar una indiferencia o despreocupación hacia otras cuestiones morales importantes que atañen a la vida y dignidad humanas” (FC, núm. 34).
“Puede haber ocasiones en que un católico que rechaza una posición inaceptable de un candidato incluso sobre políticas que promueven un acto intrínsecamente malo decida razonablemente votar a favor de ese candidato por otras razones moralmente graves. Votar de esta manera sería solamente aceptable si verdaderamente existen razones morales graves, y no para promover intereses mezquinos o las preferencias de un partido político o para ignorar un mal moral fundamental” (FC, núm. 35).
Al votar, debemos considerar la integridad, filosofía, y desempeño de los candidatos. Debemos analizar las promesas de la campañas con un ojo crítico y hacer nuestras elecciones de voto de acuerdo con principios, no simplemente por su afiliación política o el interés propio (FC, núm. 41).
El documento aborda la cuestión de los votantes de un solo tema en la sección 42: “Como católicos, no votamos basándonos en una sola cuestión. La posición de un candidato respecto a una sola cuestión no es suficiente para garantizar el apoyo del votante. Sin embargo, la posición de un candidato respecto a una sola cuestión relacionada con un mal intrínseco, como es el apoyo al aborto legal o la promoción del racismo, puede llevar legítimamente al votante a descalificar a un candidato y no recibir su apoyo” (FC, núm. 42).
La siguiente sección del documento enumera cuatro principios básicos de la doctrina social católica que dan forma a nuestra participación en la vida política de cualquier sociedad. Estos son la dignidad de la persona humana, la subsidiariedad, el bien común, y la solidaridad.
La dignidad de la persona humana es la base de una visión moral para la sociedad. Este principio nos llama a oponernos a todo lo siguiente: aborto, eutanasia, suicidio asistido, la clonación humana, la fecundación
in vitro, la destrucción de embriones humanos para la investigación científica, la tortura, a la guerra injusta, y al uso indiscriminado de drones con fines violentos, genocidio, y los ataques contra los no combatientes en la guerra, el racismo, la trata de personas, y el uso de la pena de muerte como un medio para proteger a la sociedad de los delitos violentos. También nos llama a buscar superar la pobreza y el sufrimiento (ver FC, núms. 44-45).
El principio de subsidiariedad nos recuerda que las funciones de gobierno deben realizarse al nivel más bajo posible, siempre que se puedan realizar de manera adecuada. Si no pueden, entonces un nivel superior de gobierno debería intervenir para brindar ayuda (ver FC, núms. 46-48).
El principio del bien común enseña que todos tienen la responsabilidad de contribuir al bien de toda la sociedad. Esto tiene implicaciones para la dignidad y los derechos de los trabajadores, la libertad de conciencia, el derecho a la libre expresión de las creencias religiosas, y la buena administración de la creación de Dios (ver FC, núms. 49-51).
El principio de solidaridad afirma que somos una sola familia humana. Nuestras responsabilidades mutuas cruzan diferencias nacionales, raciales, étnicas, económicas, e ideológicas. Estamos llamados a trabajar globalmente por la justicia. El sufrimiento de nuestros semejantes, por muy lejos que estén, debe ser motivo de preocupación para todos nosotros (ver FC, núms. 52-56).
A la luz de nuestros principios éticos básicos, el documento presenta un resumen de las posiciones políticas de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos en las secciones 63-90. Estos están destinados a guiar a los católicos a medida que forman su conciencia y reflexionan sobre las dimensiones morales de la sociedad y la política. Estas posiciones políticas incluyen lo siguiente:
Abordar el requisito preeminente de proteger la vida humana.
Proteger la comprensión fundamental del matrimonio como el compromiso exclusivo de por vida entre un hombre y una mujer.
Promover la complementariedad de los sexos y rechazar las falsas ideologías de género.
Proteger el bienestar de los niños.
Evitar la guerra y promover la paz.
Garantizar la protección de la conciencia y promover la libertad religiosa en el país y en el extranjero.
Apoyar los derechos de los trabajadores.
Fomentar la creación de empleo para todos los que puedan trabajar.
Afirmar la libertad económica, la iniciativa, y el derecho a la propiedad privada.
Proteger a los consumidores de las tasas de interés abusivas que cobran muchos prestamistas de día de pago.
Apoyar a las comunidades agrícolas rurales.
Luchar contra el hambre y la pobreza.
Brindar atención médica asequible y accesible que respete la santidad de la vida humana y las convicciones morales y religiosas.