El Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia concluirá por todo el mundo en la Solemnidad de Cristo Rey el 20 de noviembre de 2016. En ese día el Papa Francisco cerrará la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro en Roma. En todas las demás diócesis por todo el mundo, incluyendo San Ángelo, las Puertas Santas se cerrarán el domingo, 13 de noviembre.
Al comienzo del Año Santo designé cuatro Puertas Santas de Misericordia en la Diócesis de San Ángelo:
Catedral del Sagrado Corazón, San Ángelo
Santuario al aire libre a la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, Midland
Capilla Eucarística de la Parroquia del Sagrado Corazón, Abilene
Iglesia de Santa María, Odessa
Durante el último año, miles de personas han hecho peregrinaciones a estos cuatro lugares especiales y han pasado por estas puertas. ¿Qué significa espiritualmente el pasar por una Puerta Santa? Cuando San Juan Pablo II declaró el último Año Santo Jubilar en el 2000, lo expresó bellamente: “La indicación de la puerta recuerda la responsabilidad de cada creyente de cruzar su umbral. Pasar por aquella puerta significa confesar que Cristo Jesús es el Señor, fortaleciendo la fe en Él para vivir la vida nueva que nos ha dado.”
(Incarnationis Mysterium, 8)
El Papa Francisco pidió que, en este Año Santo Jubilar 2016, dejemos que la puerta sea un símbolo de Cristo, quien es la puerta al Padre y la puerta al Reino de los Cielos. Jesús proclama en el Evangelio de Juan: “Yo soy la puerta. El que por mi entre, será salvo, y entrará y saldrá y hallará pastos....he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:9, 10b)
Después del 13 de noviembre de 2016, las cuatro Puertas Santas en la Diócesis de San Ángelo ya no tendrán esa designación. Esto significa que el tiempo es corto para tener la oportunidad de recibir la indulgencia plenaria especial asociada con el pasar por una Puerta Santa durante el Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia. Una indulgencia plenaria se concede a los fieles quienes pasan por una Puerta Santa durante el Año Jubilar y satisfacen las condiciones requeridas para una indulgencia plenaria.
¿Cuáles son esas condiciones? Según la enseñanza de la Iglesia, son las siguientes: (1) arrepentirnos verdaderamente de nuestro pecado y dejar ir nuestro apego al pecado; (2) una Confesión sacramental; (3) recibir la Eucaristía; y (4) orar por las intenciones del Papa. Un miembro de la Iglesia que ha cumplido con esas cuatro condiciones puede adquirir una indulgencia plenaria por haber llevado a cabo cualquiera de las diversas acciones particulares que la Iglesia ha designado para indulgencias plenarias.
Una indulgencia se puede obtener para sí mismo o para alguien que ha fallecido, pero no se puede aplicar a otras personas que aun están vivas en la tierra. Para poder obtener una indulgencia, uno debe estar en estado de gracia por lo menos en el momento en que se complete la acción de indulgencia.
Aunque hay sólo unos pocos días más para obtener una indulgencia plenaria asociada con el pasar por una Puerta Santa, no hay necesidad de estar ansioso. Esto es porque las indulgencias plenarias se pueden obtener en cualquier momento siempre y cuando se lleven a cabo las cuatro condiciones mencionadas anteriormente y completando cualquiera de las acciones santas por las cuales la Iglesia concede una indulgencia plenaria. Algunas de las más comunes de estas acciones son las siguientes:
Adoración del Santísimo Sacramento por lo menos media hora
El ejercicio piadoso del Vía Crucis
Rezar el Rosario con otros
Leer o escuchar la Sagrada Escritura por lo menos media hora
Pasar al menos tres días enteros en ejercicios espirituales de un retiro
Después que se termine el Año Jubilar de la Misericordia, no olvidemos que aún estamos llamados a ser misericordiosos. El Papa Francisco escribió que, “Dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.”
(Misericordiae Vultus, 12) Esto es cierto en cualquier año.
La forma más básica de ser misericordioso es practicar las obras corporales y espirituales de misericordia. Las siete obras de misericordia corporales son estas: alimentar al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar la bienvenida al forastero, sanar a los enfermos, visitar a los encarcelados, y enterrar a los muertos. Las siete obras de misericordia espirituales son estas: aconsejar al dudoso, instruir a los ignorantes, amonestar a los pecadores, consolar a los afligidos, perdonar las ofensas, soportar pacientemente a los que nos hacen mal, y rezar por los vivos y los muertos. Animo a todos los creyentes a seguir practicando estas acciones misericordiosas a menudo, no importa qué año sea.
¿Dónde encontramos la misericordia para nosotros mismos después de que el Año Jubilar de la Misericordia haya terminado? La misericordia de Dios todavía está disponible para nosotros en muchos aspectos, siendo que su misericordia es eterna. Debemos orar el Padre Nuestro todos los días, cuya oración incluye las palabras, “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.” Ese es un recordatorio diario tanto para abrir nuestros corazones para recibir la misericordia, como extender misericordia a los que nos rodean.
Cristo también nos dio la profunda experiencia de recibir la misericordia a través del Sacramento de la Penitencia. No tenemos que esperar hasta otro Año Jubilar para ir a Confesión. Nuestros sacerdotes hacen disponible este hermoso sacramento para que podamos ser reconciliados con Dios por medio de la fuerza salvadora de Jesucristo regularmente. El ir a la Confesión es un acto de esperanza. Es un recordatorio de que somos obras de arte en curso, y Dios es el artista. Dios es el escultor, y nosotros somos el barro. Él compone las imperfecciones. Él nos moldea y nos forma con amor.
Otra manera de experimentar la misericordia de Dios después de la clausura del Año Jubilar de la Misericordia es a través de la Oración a Jesús. Recomiendo el uso regular de la Oración a Jesús como una forma sencilla de mantenernos en contacto con la misericordia de Dios durante todas nuestras vidas. La formulación típica de la Oración a Jesús es la siguiente: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, un pecador.” Esta ha sido una oración muy popular desde los primeros siglos del Cristianismo. Se utiliza sobre todo en la espiritualidad de los Cristianos Ortodoxos Orientales, pero también entre los Católicos por todo el mundo.
La Oración a Jesús a menudo se utiliza como una herramienta para enfocar nuestros corazones en la oración. La forma en que normalmente se practica es muy simple. Relájese y deje ir las distracciones. Dirija la mente desde la cabeza hasta el corazón. Diga la Oración a Jesús lentamente y con reverencia, ya sea mentalmente o en silencio con los labios: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, un pecador.” Repita la oración con tranquilidad y paciencia, con atención a la presencia de Dios. La Oración a Jesús mantiene el nombre de Jesús en nuestro corazón y nos recuerda admitir que cada uno de nosotros necesita de la misericordia de Dios.
Una de las oraciones más populares de misericordia entre los Católicos Romanos es la Coronilla de la Divina Misericordia. Esta coronilla típicamente se reza utilizando un rosario, pero también se puede rezar sin perlas, usando los dedos para contar las oraciones. Se puede rezar en cualquier momento, pero muchas personas la rezan los viernes a las 3:00 p.m., siendo que es la Hora de la Misericordia. La Coronilla se basa en las apariciones de Jesús a Santa Faustina Kowalska, la religiosa Polaca quien es conocida como “el Apóstol de la Misericordia.” Las oraciones particulares de la Coronilla de la Divina Misericordia son fáciles de encontrar en muchos lugares en línea, tales como
www.ladivinamisericordia.org.
Al decirle adiós al Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia, damos gracias por las tantas bendiciones derramadas por Dios en este año. A continuación, esperamos y nos comprometemos a dar y recibir misericordia todos los días de nuestras vidas.
Una imagen visual desde el Oeste de Texas puede servir para ilustrar a dónde vamos hoy en adelante después de la clausura del Año de la Misericordia: Somos una sección en la tubería de la misericordia de Dios, con una válvula en cada extremo. El suministro abundante no tendrá fin. La pregunta es, ¿Mantendremos esas válvulas abiertas para la entrada y la salida de ese suministro, o no? ¿Nos mantendremos abiertos a recibir la misericordia de Dios, y continuaremos a trasmitirla a otros?